Para suministrarle agua de forma segura y fiable, mantenemos más de 3.000 km de tuberías, media docena de plantas de tratamiento, 40 depósitos de agua, 25 embalses y numerosas bombas, válvulas y otras infraestructuras. Con algunas partes del sistema de más de un siglo de antigüedad, a menudo nos preguntan cómo determinamos cuándo sustituir o renovar qué piezas y partes.
La respuesta es sencilla, pero compleja. Controlamos diversos factores para calibrar la salud de nuestro complejo sistema de agua. Curiosamente, la edad no es necesariamente el factor decisivo para un proyecto; de hecho, algunas de nuestras tuberías más antiguas siguen siendo de las más resistentes. Nuestra altitud, los paisajes accidentados y las distintas condiciones del suelo pueden afectar de forma diferente al deterioro de las tuberías.
Cuando hay que sustituir algo, priorizamos los proyectos en función del riesgo de avería y del nivel de impacto para nuestros clientes. Aunque pueden producirse averías antes de que comencemos los trabajos de reparación o sustitución, nuestro proceso de identificación y priorización nos permite, la mayoría de las veces, evitar grandes roturas antes de que se produzcan.
